Tras años de intensa sequía, el invierno más lluvioso en los últimos cinco años ha vuelto a teñir de blanco la cordillera y a dar un respiro a Santiago, que se encuentra bajo amenaza de restricciones de agua.

Las estaciones de Farellones, la Parva y Cerro Colorado han recibido en la última semana, coincidiendo con las vacaciones escolares, a miles de personas ávidas de disfrutar de los deportes de invierno.

El buen tiempo, tras las nevadas más copiosas de los últimos cuatro años, han llenado los recintos invernales de familias y ofrecido el espectáculo único de un Santiago rodeado de cerros nevados y sin la permanente capa de smog.

La ilusión por la nieve también ha causado grandes acumulaciones de vehículos y atascos kilométricos de más de cuatro horas para una distancia de apenas 15 kilómetros, con protestas de los vecinos por la falta de inversión en infraestructuras.

Según la Dirección Meteorológica de Chile (DMC), después de estos días soleados, volverán las lluvias a la capital, con hasta un 60 % de probabilidades de precipitaciones los días 29 y 30 de este mes.

¿Menos posibilidades de corte de agua?
En julio, varios sistemas frontales azotaron de manera intermitente al centro y algunas zonas del norte de Chile, un fenómeno que es, según los expertos, «puntual e inusual» para un país que atraviesa una megasequía desde hace una década.

Organizaciones ambientales como Greenpeace apuntan a que Chile es el país con mayor crisis hídrica de todo el hemisferio occidental y según datos oficiales, el 2021 fue el cuarto año más